Muchos hierran hoy porque buscan “bendiciones, milagros y promesas”, las personas forman este pensamiento por tener una visión distorsionada de lo que es rendir culto. No estoy diciendo que no debamos pedir algo a Dios, sino que el objetivo principal del culto es en lugar de “tomar” algo de Dios “buscarle a Él”, pues en realidad Él es quien sana y da la bendición a aquellos que están en su presencia, como le plazca, y Él se complace en hacerlo. La mujer citada en Lucas 7:36-50, no fue en busca de algo, sino que ella fue a ofrecer independientemente de ser bendecida o no.
La verdad es que nosotros en nuestra pequeñez, no tenemos mucho que ofrecer o dar al Señor aunque quisiéramos, pero la única cosa que Dios quiere de nosotros es nuestro corazón contrito y quebrantado; corazones llenos de amor por Él y por su obra, llenos de hambre y de sed, llenos de motivaciones correctas, de intenciones de agradarle, llenos de sinceridad y verdad.
Lo que aquella mujer ofreció fue lo mejor que tenía. No estoy hablando de dinero, aunque también sería una de las formas de adorar a Dios, sino que quiero invitarte a reflexionar sobre el “que” o el “cuanto” le ofrecemos a Dios; cuanto nos hemos “derramado a sus pies”. No podemos limitar la fuerza o intensidad de nuestra adoración; no podemos frenarnos por las reglas, ni preocuparnos por las críticas de las personas de nuestro alrededor. Los discípulos censuraban a aquella mujer, aunque haya personas que nos censuren, nuestra mayor alegría debe estar en la aprobación de Cristo.
Necesitamos comprender y experimentar en nuestra vida el amor de Cristo, para que seamos llenos de toda la plenitud del Espíritu Santo y que la presencia de Dios nos llene de tal modo, que reflejemos y expresemos desde lo más íntimo de nuestro ser, el carácter y el esplendor del Señor Jesucristo. (Efésios 3:19)
¿Que espera realmente el Amado de su novia?
Lucifer fue creado para adorar y alabar a Dios.
Observa el texto en Ezequiel 28, donde los instrumentos musicales fueron preparados para el día de su creación. En medio de la profecía contra Tiro, el Espíritu Santo habló a través de Ezequiel, comienza a citar a Satanás como un querubín hermoso y resplandeciente (Ezequiel 28: 11-17). En Isaías 14:12-15 encontramos un texto muy semejante.
Con el pecado, Lucifer fue destituido de su cargo y de su hermosura. Él y los ángeles que compartieron su sedición, cayeron del cielo. En Lucas 10:18 encontramos a Jesús hablando de Satanás cayendo del cielo, como también se cita en Apocalipsis 9:1 y 12:9.
A Satanás no le gusta la alabanza a Dios. Él quiere la adoración para sí mismo. (Mateo 4:9)
Vea este ejemplo de lo tremenda que es la alabanza:
“Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron”. (Hechos 16:25-26)
Dios quiere ser alabado con música, danzas e instrumentos musicales (Salmo 150).
Tras la caída de Lucifer (creado para adorar y alabar a Dios), Dios nos escogió para llenar el vacío dejado por satanás y sus ángeles.
En Juan 4:23-24, Jesús dice que el Padre busca derdaderos adoradores que le adores en espíritu y en verdad. Cuando se está buscando algo, es porque es difícil de encontrar. Cuando el Señor dice que está buscando verdaderos adoradores es porque, con seguridad, existe una escasez de personas que tengan disponibilidad y busquen vivir una vida de alabanza y adoración, completa y exclusiva para Él.
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