La preocupación natural de todo ser humano es acerca del futuro. Para eso nos preparamos, estudiamos, trabajamos y ahorramos con el fin de tener cierta seguridad en el tiempo que viene.
El problema se da cuando muchos hombres se afanan en este quehacer con el propósito de asegurar su futuro. Algunos incluso se convierten en seres arribistas, que no respetan a los demás con el fin de obtener el éxito deseado, no les importa pisotear o aplastar a otros con el propósito de alcanzar lo que se han propuesto. Se recurre a formas deshonestas de hacer dinero o negocios.
Este ritmo de vida que en el mundo se ve, debe ser ajeno a nuestra visión. No debemos tomar la forma que se vive en el mundo. Romanos 12:2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
Si bien es cierto, anhelamos tener alguna estabilidad laboral o económica, también es cierto que para nosotros los creyentes esto funciona de forma diferente:
Dice la Palabra de Dios, en Job 8:5-7 “Si tú de mañana buscares a Dios, Y rogares al Todopoderoso; Si fueres limpio y recto, Ciertamente luego se despertará por ti, Y hará próspera la morada de tu justicia. Y aunque tu principio haya sido pequeño, Tu postrer estado será muy grande.”
Si hablamos de futuro, debemos considerar a Dios, pues en sus manos está nuestro futuro.
El pasaje mencionado contiene dos grandes tópicos: Las condiciones, y las promesas. Todas las promesas que Dios hace en su Palabra están a disposicion de aquellos que cumplen sus condiciones.
1. Las condiciones son las siguientes:
A. De mañana buscar el rostro de Dios y rogar al Todopoderoso, es decir, buscar a Dios en oración antes de emprender cualquier actividad, o antes de tomar cualquier decisión. De esta forma se cumplirá en nosotros lo que la Palabra dice en Filipenses 2:13 “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” Nuestra decisiones serán acertadas cuando dejemos que Dios, a través de su Espíritu Santo nos guíe a tomar estas decisiones.
B. Ser limpio y recto, es decir, no buscar el rostro de Dios con la sola intención de que nos bendiga, sino de hacer su voluntad. De agradarle, de santificar su nombre en nuestras vidas. Esto se reflejará en un comportamiento santo, limpio, recto y puro. Levítico 20:7: “Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios.”
2. Las promesas son las siguientes:
A. “Ciertamente luego se despertará por ti”. Dios comenzará a intervenir en tu vida.
B. “Y Hará próspera la morada de tu justicia”. El Señor comenzará a engrandecer tu presente y tu futuro.
C. “Y aunque tu principio haya sido pequeño, Tu postrer estado será muy grande”. La bendición de nuestro Dios irá creciendo cada día en nuestras vidas.
Estas maravillosas promesas de nuestro Dios han dado tranquilidad a mi vida. Cuando fui joven, mi preocupación era por mi futuro, luego cuando fui padre, pensaba en el futuro de mis hijas, ahora que soy abuelo de un precioso varoncito, pienso en él y su futuro. Pero la Palabra de Dios me alienta, porque tengo un futuro glorioso al lado de Él, y no sólo yo, sino que mi descendencia, porque el Salmo 37:25 dice: “Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan”.
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