Cuando decidimos entregar nuestra vida a Jesucristo dejamos de ser personas comunes y corrientes, y pasamos a ser personas especiales y radicales, pasamos a ser parte del ejército del reino de los cielos, soldados y guerreros de Jesucristo. Una vez recibimos el sello del Espíritu Santo de Dios también nos comprometimos a ser diferentes a lo que antes éramos; es decir, si antes éramos rencorosos, inseguros, temerosos, rebeldes, mentirosos, etc. decidimos dejar de serlo cuando entregamos a Cristo el dominio de nuestra vida. Ese momento de entrega al Señor es el que divide nuestra vida en dos partes, en un antes y un después, es a partir de allí donde empezamos a ser transformados.
Es necesario entonces seguir una dieta especial que facilitará el proceso de renovación que iniciamos con el Señor, de esta manera podremos mantenernos en forma y preparados para enfrentar cualquier batalla. Como hijos de Dios debemos ejercitar nuestra vida espiritual y para ello se requiere de tres elementos que son imprescindibles en la vida de todo aquel que dice ser cristiano. No es una opción, si realmente tenemos convicción de ser hijos de Dios mínimamente estos tres ingredientes no pueden faltar en nuestra dieta y entrenamiento espiritual:
Primer ingrediente; la oración: Es a través de la oración que tenemos comunión con el Espíritu Santo y nos mantenemos unidos a Dios. Cuando oramos constantemente no tenemos angustia porque todas nuestras cargas son entregadas al Señor en ese momento de comunicación e intimidad. No se preocupen por nada. Más bien, oren y pídanle a Dios todo lo que necesiten, y sean agradecidos. Filipenses 4:6 (Traducción Lenguaje Actual).
Segundo ingrediente; la meditación de la palabra: Al sumergirnos en la palabra de Dios comenzamos a adquirir la mente de Jesucristo, empezamos a llevar una vida según sus designios, según su voluntad; es decir, una vida buena, agradable y perfecta. Cuando lo imitamos, todo nuestro ser se transforma y es ahí donde nos hacemos conforme a su imagen. Cada palabra que Dios pronuncia tiene poder y tiene vida. La palabra de Dios es más cortante que una espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo de nuestro ser. Allí examina nuestros pensamientos y deseos, y deja en claro si son buenos o malos. Hebreos 4:12 (Traducción Lenguaje Actual).
Tercer ingrediente, la adoración: El propósito de la adoración es glorificar el Nombre Santo de Dios y podemos darle gloria de muchas formas: con cánticos de júbilo, con nuestros pensamientos, palabras y acciones; es decir, todo lo que somos, sabemos y hacemos debe ser del agrado del Señor, todo es por Él y para Él. Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad. Juan 4:23-24 (Nueva Versión Internacional).
Existen diversas dietas que pueden ayudarnos a fortalecer el espíritu para permanecer firmes en el Señor; sin embargo, ninguna dieta debe prescindir de estos tres ingredientes porque son fundamentales en el diario caminar de todo cristiano radical.
Te invito a que ensayes está dieta, es la más efectiva que puedes encontrar para que todo tu ser sea purificado y restaurado, empezarás a experimentar el cambio de adentro hacia afuera “porque la palabra de Dios y la oración lo santifican”. 1 Timoteo 4:5. (Nueva Versión Internacional).
Yo soy el pan de vida, declaró Jesús. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed. Juan 6:35 (Nueva Versión Internacional).
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