Texto: Juan 15:15
“Ya no os llamaré siervos, por que el siervo no sabe lo que hace su Señor, pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer”
Los seres humanos desde el momento en que nacemos hasta el momento en que morimos manifestamos necesidades legítimas, algunas de ellas son básicas para la vida y otras para que ésta no se vuelva disfuncional.
Por ejemplo si la necesidad de comer y beber agua, no se satisface la persona puede enfermar e incluso morir.
La necesidad de dormir y descansar, si esta necesidad no se satisface la persona puede enfermar.
También tenemos otras necesidades legítimas del ser humano que no necesariamente afectan su salud o su vida física, pero si pueden afectarlo en su funcionalidad como individuo.
La necesidad de superación, todo ser humano nace con el deseo legítimo de superarse, y cuando esto no ocurre la persona puede llegar a frustrarse al punto de la depresión e incluso el suicidio.
Pero también existe la necesidad legítima de desarrollar relaciones interpersonales, los seres humanos fuimos creados por Dios para vivir en comunidad y desarrollar relaciones con otras personas.
Pero cuando esas relaciones personales se hacen más íntimas y logran penetrar el sagrado escudo de nuestra confianza las llamamos amistades. Esta también es una necesidad legítima de las personas, el problema se da cuando esas amistades no resultan ser lo que nosotros esperábamos.
En esta oportunidad quiero llevarle a usted a estudiar a la luz de la Palabra de Dios, ¿como cultivar amistades verdaderas? y de esta forma no solo satisfacer su necesidad legítima de tener buenos amigos, sino además de experimentar la gratificación de no ser decepcionado por ellos.
Primero veamos lo que dijo Jesús: “Ya no os llamaré siervos, por que el siervo no sabe lo que hace su Señor, pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer”
En este texto se nos enseña dos cosas básicas para el desarrollo de una verdadera amistad, primero: que una verdadera amistad no nace de la noche a la mañana sino que es el resultado de un proceso de madurez, y segundo: que es sólo cuando se comprueba la madurez de esa amistad, cuando puedo abrir mi corazón con confianza.
¿Por qué es necesario que una verdadera amistad pase por un proceso de madurez? porque solo la madurez la hace espiritual, todos tenemos que entender algo con claridad, sólo la madurez hace al hombre espiritual y toda inmadurez hace al hombre carnal.
Muy a menudo sucede que en nuestro legítimo deseo de cultivar amistades abrimos nuestro corazón apresuradamente sin comprobar la madurez de las personas, y entonces cosechamos dolor y decepción.
La madurez de las personas no se logra rápidamente, y en ocasiones no se logra nunca. Por eso encontrar una persona madura con quien cultivar una amistad verdadera toma tiempo y requiere paciencia.
Cuando Dios va a ser un hongo se toma seis horas para hacerlo, pero si va a hacer un roble se toma sesenta años, ¿qué clase de amistades quieres, frágiles como hongos o firmes como robles? Esta clase de amistades toma tiempo en ser preparadas.
Cuando una persona normal va a cultivar una amistad que es lo que toma en cuenta comúnmente, que su grupo de amigos sea homogéneo, es decir: si es posible tenga su mismo status, visite los mismos lugares, practique los mismos deportes y tenga las mismas costumbres.
En la iglesia sucede algo parecido, los hermanos buscan ingresar en grupos donde se sienten identificados, ya sea por la simpatía, por los dones, por la apariencia, etc. Pero casi nunca esa identidad es la madurez o la vida espiritual y cuando eso pasa se hace inevitable sufrir.
¿Eso significa entonces que no me puedo relacionar con cualquiera? ¡NO! Significa que relaciones tendrás muchas, pero amigos verdaderos siempre serán pocos.
Las amistades, como todas las relaciones humanas para madurar y ser confiables tienen que pasar por pruebas, ¿por qué? Porque sólo la prueba manifiesta la naturaleza de esa amistad. Si una amistad es verdadera la prueba lo manifestará.
Veamos lo que dice Prov. 17:17 En todo tiempo ama el amigo y es como un hermano en tiempo de angustia.
Analicemos este versículo: dice que el verdadero amigo ama en todo tiempo, pero que en la angustia, es decir en la prueba, se vuelve casi un hermano, ¿que quiere decir esto? Que la prueba no debilita la verdadera amistad todo lo contrario la fortalece y la refina.
Pablo dice que el oro aunque perecedero se prueba con fuego, cuanto más nuestra fe, que es mucho más preciosa que el oro. El oro cuando pasa por el fuego no se vuelve cobre, ni bronce, sino todo lo contrario, el oro sale del fuego convertido en oro puro y refinado de mucho mayor valor.
Así la amistad verdadera tiene que ser probada, y cuando pasa la prueba se convierte en madura y espiritual y está lista para ser de bendición a los demás.
Sólo las personas maduras son de bendición para otros, por que sólo la madurez hace a un hombre espiritual, pero cuando un hombre no ha madurado la mayor parte de lo que piense y de lo que actúe será carnal.
Cuando las personas inmaduras pasan por pruebas, la carnalidad que está en su naturaleza se manifiesta y lo poco que ha logrado construir se destruye y desaparece, porque lo que lo sostenía eran las obras de la carne.
Es decir: si una persona dice ser tu amigo, pero si no ha logrado madurar espiritualmente, no importa cuánto diga amarte, respetarte y serte fiel, cuando venga la prueba no podrá sostener su palabra por que la prueba desnuda la realidad de ese corazón, entonces lo que es espiritual se mantendrá pero lo que es carnal se destruirá.
Cuando una amistad es madura manifestará vida espiritual, pero cuando no lo es, lo que manifestará son las obras de la carne, es decir: enemistades, pleitos, celos, envidias, ira, enojo, contiendas, disensiones, fornicaciones, adulterios, borracheras, etc.
¿Puede una persona que dice ser nuestro amigo, cambiar y empezar a manifestar celos y envidia en contra de nosotros? La respuesta es sí, ¿por qué? Porque no logró madurar y cuando vino la prueba, no pudo sostener lo que decía ser y sentir.
Las personas pueden empezar relaciones amando a los demás, pero sino madura y desarrolla vida espiritual, la prueba puede venir y poner en evidencia lo verdadero de ese amor, si el amor no es verdadero, incluso se puede convertir en odio.
Ahora volvamos a lo que dijo Jesús: ya no os llamaré siervos, sino amigos por que el siervo no sabe lo que hace su Señor, pero os he llamado amigos por que todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.
Note que Jesús nos instruye como debemos actuar frente a nuestras relaciones, sean estas relaciones normales o amistades maduras.
Sabía usted que cuando un niño nace y empieza a crecer la relación que el padre tiene con su hijo es una relación de amo y siervo, ¿por qué? Porque a esa edad el niño no puede aprender nada sino a través de recibir órdenes.
Pero cuando el niño crece y se convierte en un hombre, para que el padre pueda seguir relacionándose con su hijo, el padre debe cambiar su relación con su hijo y ahora debe convertirse en amigo, porque de lo contrario su relación se dañará.
Esto es exactamente lo que dice Jesús sobre los creyentes maduros, ya no os llamaré siervos, sino amigos, porque es en este grado de madurez, donde se puede confiar plenamente en una persona y abrirle nuestro corazón.
Solo las personas maduras nos ofrecerán una amistad verdadera, y podremos llorar en su hombro con confianza derramando nuestro corazón, porque ellos tienen un oído prudente para escuchar y un corazón sabio para aconsejarnos.
Sabías tu que los diamantes no sólo son las piedras más preciosas, sino también son las más fuertes del mundo, nada los rompe y nada los corta, sin embargo hay una sola forma de cortar un diamante para crear un diseño, se lo hace usando otro diamante, sólo un diamante puede cortar otro diamante.
El verdadero amigo esta contigo siempre...aun en la distancia!!!
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