Dios me dijo: «Yo te elegí antes de que nacieras; te aparté para que hablaras en mi nombre a todas las naciones del mundo». Le contesté: Dios todopoderoso, yo no sé hablar en público, y todavía soy muy joven. Pero Dios me tocó los labios y me dijo: No digas que eres muy joven. A partir de este momento tú hablarás por mí. Irás a donde yo te mande, y dirás todo lo que yo te diga. No tengas miedo, que yo estaré a tu lado para cuidarte. Desde hoy tendrás poder sobre reinos y naciones, para destruir o derribar, pero también para levantar y reconstruir. Jeremías 1:5-9 (Traducción Lenguaje Actual).
Todos tenemos sueños que anhelamos hacer realidad en nuestras vidas y cuando vemos que pasa el tiempo y no llega aquello que tanto esperamos, empezamos a desesperarnos y a confiar en nuestras propias fuerzas, y es entonces cuando pretendemos hacer algo para forzar el logro de lo que tanto deseamos, intentamos darle una ayudita o un empujoncito a Dios.
Es natural que queramos ver los resultados de nuestro esfuerzo y de nuestra entrega en determinada meta o proyecto; sin embargo, esta razón no se puede convertir en una justificación para olvidar en quién debe estar puesta nuestra confianza, los tiempos de Dios no son nuestros tiempos y Él no necesita “ayuditas o empujoncitos” extras de nuestra parte para que las cosas se den.
Cuántas veces nos hemos comportado de la misma manera que Jeremías, dudando de las capacidades que Dios mismo nos ha regalado y pensado que no somos lo suficientemente buenos para lograr nuestras metas, cuántas veces pensamos en tirar la toalla simplemente porque vemos que los resultados que tanto esperamos no se dan, nos dejamos llevar por la situación del momento, se nos olvida que todo eso que vivimos tiene un propósito divino y que tarde que temprano tendrá que pasar, porque esa es la intensión de Dios. Se nos olvida que una vez le entregamos el control de nuestra vida a Jesús y que desde ese momento en adelante, es Él quien lidera cada uno de los sueños y deseos que se encuentran en nuestro corazón.
El Señor es maravilloso, me encanta la manera en que Él obra porque cada vez las fuerzas del hombre quedan ridiculizadas con el poder sobrenatural que viene de su parte. Dios no quiere que nos rindamos, Él quiere que con cada dificultad que atravesemos nuestra fe hacia Él crezca cada vez más; por eso, independientemente del panorama que estés viendo en este momento, no albergues pensamientos de derrota y frustración en tu mente, no declares palabras de maldición, no digas que eres inútil e incapaz, no digas que las cosas no van a cambiar, recuerda que Dios no se fija en las apariencias, lo único que Dios quiere con esta situación es que no olvides que tus logros no se van a dar en tus propias fuerzas, porque es Él quien te da el triunfo, es Él quien te hace capaz, es Él quien te esfuerza y te lleva a la meta que quieres alcanzar.
Recuerda que Dios mira lo que hay en nuestro corazón y así muchos a nuestro alrededor duden de lo que podemos hacer o lograr porque quizá las cosas no se ven tan bien como lo esperábamos; al final, Dios cumplirá sus promesas y la victoria Él nos la dará, créelo y lo verás.
El peor error que cualquier persona puede cometer es confiar en sí mismo y dejar de depender de Dios, Él quiere que confiemos en Él y no en nosotros, y es por eso que las adversidades son necesarias, porque son ellas las que nos llevan a aferrarnos a su amor. En la mayoría de las ocasiones son las dificultades las que nos permiten reconocer su poder sobrenatural, así que no te preocupes si las cosas no están tan bien, las apariencias engañan, cuando para nosotros las cosas van mal para Dios van muy bien porque Él sabe perfectamente a dónde vamos a llegar si no dejamos de confiar en Él.
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